LA RAZÓN
El iniciador del Camino Neocatecumenal propone «un nuevo tipo de celebración doméstica»
Con la globalización está apareciendo la secularización. La gente vive como si Dios no existiera. Una situación alarmante que está afectando a los más jóvenes y, como dice Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, «si la Iglesia no es capaz de transmitir la fe a la próxima generación, morirá. Es una cuestión de vida o muerte». Por ello, el Papa ha pedido a Argüello enseñar a toda la Iglesia la celebración doméstica vivida en el seno de la familia, que tantos bienes ha dado al Neocatecumenado, a través de la cual se transmite la fe a los hijos ante los ataques continuos que éstos sufren en sus respectivos ambientes.
Hoy en día se puede aprender mucho de nuestros jóvenes y una de las cosas que estos nos muestran es, según Kiko Argüello, que están perdiendo la fe. Hace unos días, en Murcia, el iniciador del Camino Neocatecumenal impartió una catequesis multitudinaria en la que afirmó que «estoy convencido de que la batalla real que la Iglesia tiene que afrontar en este tercer milenio, y en el que se juega nuestro futuro, es la familia». Miles de ellas se encuentran frente al problema de que sus hijos en la escuela, en la universidad y en los ambientes en los que se mueven están abandonando la Iglesia.
Afirma que, a causa del trabajo, los padres ya no tienen tiempo para volver a casa, comer y sentarse a hablar juntos; y ante estos datos tan preocupantes se formula esta pregunta: «¿Cómo pueden las familias cristianas responder a esta situación de secularización, a este cambio de época, a la globalización, a un ambiente contrario a los valores cristianos?».
Situación alarmante
Para Argüello, la situación es aún más alarmante si se toman en cuenta las estadísticas que muestran que en Europa «se están perdiendo las escuelas cristianas; ya casi no se enseña religión, casi no hay vocaciones, a los jóvenes se les enseña Nietzsche, Marx, Hegel, etc». Pero para Argüello, ante tal situación pesimista, la Iglesia tiene la «fórmula vencedora», que es la familia. El Camino Neocatecumenal tiene uno de los mayores dones que puede poseer la Iglesia y es la celebración doméstica de los salmos de Laudes.
Es en esta celebración donde, principalmente, los padres transmiten la fe a los hijos. Se celebra regularmente los domingos. La familia se reúne alrededor de la mesa con un mantel blanco, una vela, flores y la Biblia.
Los hijos pueden tocar algún instrumento, como la guitarra o la flauta para cantar los salmos; y todos ellos junto a sus padres se sitúan de cara a Dios. Se prepara una lectura (normalmente el Evangelio dominical) y los padres preguntan a los hijos pequeños qué han entendido de la palabra y a los más mayores les animan a explicar lo que Dios les dice para su vida concreta a través de esa lectura.
Al final, después de que todos hayan hablado, los padres dan una breve catequesis basada en su experiencia de vida. Finalmente, animan a los niños a orar por el Papa, la Iglesia; rezan el Padrenuestro y se dan el beso santo de la Paz. Y así, domingo tras domingo.
Durante sus más de treinta años de vida, en el Camino Neocatecumenal ha podido ver cómo las familias se «recontruyen» y llegan a ser «verdaderos santuarios domésticos de la Iglesia». Así, Argüello comenta que en el Camino se dan las tasas de natalidad más altas del mundo (una media de cinco hijos por familia). A parte de la celebración doméstica animan a los hijos a orar tanto por la mañana como por la noche, así como a participar de la Eucaristía en la comunidad de sus progenitores. Como resultado de este modo de vida cristiano, el iniciador de las comunidades neocatecumenales recalca la «obra que el Espíritu realiza en los jóvenes». «Hemos visto que en la escuela, en la universidad, no vacilan, son fieles a los valores cristianos». Detras de ellos están su familia y su comunidad.
Transmitir
Ante tal forma de transmitir la fe, el Pontificio Consejo para la Familia, por orden del Santo Padre, ha comenzado a interesarse por este fenómeno. Argüello comenta que «nos han invitado a proponer a toda la Iglesia el mismo tipo de celebración (doméstica)», a la vez que mostraba su alegría por poder ayudar a todas las familias cristianas de otras realidades eclesiales que tienen dificultad con sus hijos durante su crecimiento. En este sentido, Argüello quiere hacer entender a toda la Iglesia que la tarea de la transmisión de la fe a los hijos no es un «problema secundario», sino que es una cuestión de «vida o muerte»: «Si la Iglesia no es capaz de transmitir la fe a la próxima generación, morirá».
Además, mostró su satisfacción por colaborar con la Iglesia a afrontar el mayor reto que le espera en el tercer milenio: «Combatir la secularización mediante la familia».
Por último, el iniciador de las Comunidades Neocatecumenales remarcó el hecho de que un niño al que se le transmite la fe desde pequeño, que ve la reconciliación, el amor de sus padres a Dios y cómo rezan en familia, con verdadero convencimiento, «no lo olvidará jamás».